La gran paradoja de una invasión

Son varias las dudas que se me presentan cuando llega la noche, a veces se me revuelve el estomago cuando sospecho que al otro día, será algo o más parecido que el anterior. Converso con la almohada dos o tres horas antes de dormir y luego me entrego a los brazos de Morfeo o de Hades o de algún Dios blasfemo que quiera maniobrar mi cabeza y mi cuerpo con su mensaje nocturno. La última vez que los vi, venían del sur; eran tres en grandes naves, similares a grandes panales con aires de tecnología mitad cyborg, mitad piel humana, inclusive podría decir que mujían igual que vacas o sonidos de trompetas apocalípticas. El cielo estaba oscuro aquella noche, las sirenas sonaban estrepitosamente cerca del de 5 de Abril. Les cuento esto porque es el nombre de una avenida principal en la comuna de Estación Central.
   El cielo era lo más impresionante , lleno de colores pardos y negros como rugido de una tormenta que se aproxima. La familia, entonces quería salir de la casa, pero el inmenso escenario que se presentaba frente a nosotros era un vil cuadro sacado de Bosco. Las naves se acercaban , el viento, la noche y el sonido alborotador era algo agudo que ensordecía nuestros oídos. Disparos, gritos, y luces se mezclaban para dar el más caótico suceso de una explosión que ya venía. En la cancha de fútbol, pudo a ver sido o en la avenida los Valles, o en la calle Quemchi. Lo único claro de aquella noche fue que nos largamos echando la puerta abajo,  la entrada de nuestras casas, nuestro hogar quedaba violentado y en nuestros brazos uno o dos niños , fuego a nuestras espaldas, la invasión estaba escrita aquella noche y la sangre de varios inocentes había sido su tinta.

Comentarios