Te estuve buscando y te encontré...aunque fuese un poquito maravilloso libro.



Este es uno de mis libros favoritos, del Gran Gregorio Angelcos (Editorial Documentas) y que me fue entregado por la negra Paola, que asuvez fue entregado por Gregorio. Yo lo entregué a Camila y Camila al Perón. Luego lo rescate de una casa en donde se había quedado mucho tiempo. Estuvo con Macaya, para irse a Coyhaique, lo leía el Angelito, luego fue entregado a mi amigo Cristián (Bola Bolita)...Quizás donde estarás libro enigmático, lleno calles oscuras, con sabor a vino tinto y mujeres de la noche...sin duda vale la pena leerlo. y les dejo uno de sus maravillosos cuentos.

Dios necesita un siquiatra


Por Gregorio Angelcos


Víctima de un fuerte estado depresivo, ingresó Dios a una clínica siquiátrica. Canceló por anticipado el valor de la consulta y se sentó en la sala con su rostro congestionado y sombrío. Una hora después, escuchó la voz de una mujer que en forma mecá­nica comenzó a interrogarlo para hacer una ficha clínica, según dijo.
- ¿Nombre?
– Dios
La mujer sonrió.
- ¿Edad?
-No tengo, para mí el tiempo no existe.
La mujer lo miró con sospecha.
-¿Dónde vive?
- En el cielo, en la tierra y en todo lugar.
-¿Actividad?
- Poeta de actitud.
Suicida potencial, murmuró la mujer
- ¿De qué vive?
- Me nutro de mi condición espiritual.
- Místico - comentó la mujer y se fue.
Nuevamente un lapso de espera y se encontró frente a un su­jeto de gafas redondas y barba puntiaguda que lo observaba con un aire indagatorio.
- "¿Cómo te llamas?", le preguntó.
-"Dios". Sin darle importancia respondió:
-"Freud, Simón Freud para servir
-¿Cuál es tu consulta?
-"Nadie cree que existo - contestó Dios -; cuando se lo comento a alguien piensa que estoy loco. He comenzado a dudar de mi pro­pia identidad".
-"No es tan grave -respondió Freud, se trata de un síntoma común del mundo contemporáneo. La clave del asunto consiste en recuperar tu credibilidad. Para iniciar un nuevo ciclo dejarás de llamarte Dios. Serás Vicente y en vez de poeta, cantante de rock, un poco heavy metal. No realizarás milagros, es tiempo de marketing y no de magia. Punto final a la contemplación, un poco más de hedonismo y sensualidad", fue su sentencia.
Después de algunas sesiones de terapia, Dios fue apropián­dose de su otro yo. En el intertanto, pudo departir con Marx, el rey Pelé, Mijail Gorvachov y Madonna, entre otros. Finalmente se despidió del personal y partió de la tierra rumbo a su lugar de origen. Ya podía considerarse parte del mundo concreto.
Su llegada al paraíso sorprendió a un coro de ángeles que ensa­yaban una serie de cantos litúrgicos. "¿ Dios ?", preguntó un santo. "Vi­cente, contestó con una sonrisa Dios, me llamo Vicente y soy heavy".
Al poco tiempo Vicente modificó las costumbres del paraí­so, y un gran movimiento evasivo y lúdico se fue gestando, la música adquirió formas de la nueva atmósfera. El carácter de la reflexión varió de lo sagrado a lo cotidiano. La autoridad divina develó su naturaleza imperfecta. Los espacios eternos se fueron haciendo creíbles y cada vez menos aburridos. Transcurrido un cierto tiempo, el movimiento comenzó a trizarse, y surgieron otras formas y expresiones culturales. "¡Basta de hegemonía heavy!", dijo el Arcángel San Gabriel, y basándose en las orientaciones de una revista pop latinoamericana, fundó el movimiento Punk. Un cartel gigante fue desplegado por sus adeptos que rezaba: "El po­der de Vicente ha muerto, 500 milenios han sido suficientes".Se inició un enfrentamiento de juicios y actitudes. Penetró la moda y la publicidad. Ahora Vicente bebía Coca - Cola y fumaba Viceroy. Por su parte, el Arcángel se mostró partidario del Pisco y los habanos, acusando, de paso, a Vicente y a sus seguidores de "cartu­chos".Hubo riñas, contusos y heridos en ambos bandos. En medio de esa confusión, hicieron su aparición "Los Tecnos" y otras variables del post - modernismo.
La crisis era vital. Entonces, Vicente cayó en un nuevo estado depresivo y deci­dió regresar a la tierra para conversar con Freud. En su recorrido ha­cia la clínica pudo apreciar la fuerte religiosidad y misticismo del pueblo, y los contrastes experimentados entre la tierra y el paraíso. Le pareció por un instante que éste era su reino y que Vicente no existía, simplemente, había sido un producto ideado por Freud para mejorar un momento anímico de su existencia.
Al ingresar a la clínica, cansado y deprimido, se encontró con Nietzche, quien al verlo en ese estado sonrió con ironía y gritó hacia el interior del recinto: ¡Dios necesita un siquiatra!; pero Freud había dejado de existir hace millones de años.

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