Las monedas de oro


     Solíamos jugar a la pelota todos los Domingos, estaban mis amigos y yo cerca de la plaza principal de nuestro vecindario, a veces no jugaba, sólo me levantaba temprano exclusivamente para verlos jugar o salir a correr por 5 de Abril. Mi amigo Juan Carlos vivía cerca y nos reíamos de buena gana cuando nos encontrábamos por allí. Ahí aparecían rostros como Tania, Carlos, (huevo), el Ale, Rodrigo , Adolfo, hasta el pelao Zuñiga estaban allí. Nunca pensé por lo demás que pudiésemos salir todos en este film de ensueño, algo inusual y un poco extraño por lo demás. 
 De un momento a otro me acerqué a una reja que estaba cerca del lugar, me había alejado un poco, ya que estaba algo cansado. Avancé algunos metros y me alejé en dirección hacia la calle Yelcho, de pronto me llamo la atención un hueco, un orificio en el suelo, en medio del polvo y la tierra,  me acerqué algo extrañado por este y realmente me preocupó cuando al mirarlo detenidamente este sucumbió frente a mis ojos, mostrando su inmensidad un hoyo profundo en medio de la nada. Pude visualizar que tenía alrededor de dos metros de profundidad y al acercarme a la entrada , olía este a mucha humedad, pero una humedad antigua, de mucho tiempo, algo así como olvidada en el tiempo. Me acerqué y me introduje lentamente dentro de esta cavidad, pude notar que algo de luz poseía y que sus muros estaban fríos y mojados. Ya en la mitad de esta cueva, noté que había una especie de laguna, sus aguas estaban gélidas y oscuras  y que al acercarme a estas , pude observar eran profundas, por lo mismo saqué mi pié de forma inmediata. Me dí media vuelta y me fijé que había avanzado varios metros y que una luz muy lejana me hacía entender la lejanía de mi viaje. De pronto, una sensación extraña se apoderó de mi y me lancé sin miedo y sin preocupación a estas lúgubres aguas. Avancé varios metros  y al  llegar al final de esta cueva, no lo pensé mucho y aguanté lo más posible la respiración para sumergirme dentro de sus oscuras aguas. Me hundí por largo rato , conté hasta 10, luego 20, finalmente 30 segundos y se asomó una fuerte luz en un extremo, me acerqué rápidamente hacia a esa luz para finalmente quedar frente al espectáculo maravilloso.
Una luz muy fuerte cubría toda una superficie de casas, calles y viviendas muy altas llenaban toda una planicie. Sus techos eran de piedra algo así como BIzantinos, algo ibéricos, como un cuadro a orillas del Mediterráneo. Sus hermosas calles daban la impresión que era un sueño echo realidad, demasiada luz en aquel lugar y al final de la calle principal podía ver el mar, lleno de gaviotas y pescadores. Mi corazón latía fuertemente, ya que el espacio llenaba toda mi alma con regocijo. 
Pude observar que habían niños jugando en una plaza , con una hermosa pileta en el centro, de pronto me pareció curioso había un mercado, me acerqué a este y la gente me saludaba con mucho cariño. Una mujer estaba llevando unas frutas en sus brazos y estas se precipitaron al suelo, corrieron por la calle hasta llegar a mis pies. Las tomé entre mis brazos y se las acerqué. Esta mujer mi miro y una hermosa sonrisa asomó a su rostro, me acercó sus manos a las mías y depositó varias monedas de oro. La sorpresa fue mayúscula , no quise aceptar el regalo, pero ella, ya se había alejado. Me llamó mucho la atención esta actitud de la bella mujer y guardé las monedas en mis bolsillos. Poco a poco me fui relacionando con la gente del lugar y las monedas comenzaron a multiplicarse. Tuve que en algún momento guardarlas en un rincón a orillas de la playa. Realmente y haciendo un comentario personal este lugar era fantástico, no quise aprovecharme , ni mucho menos y me quedé en este bello lugar. Dormía cerca de la playa, me alimentaba bien, me confundía con la marea, con el viento, con las cristalinas aguas, con el sol, con el creador. Pasaron varias semanas y me encontré con amigos, que también habían entrado a la ciudad, deambulaban por sus calles y nos reíamos mucho cuando, de vez en cuando, nos acercábamos. No se cuanto tiempo estuve allí pero deben haber sido varias semanas. Las personas del lugar me preguntaban de donde venía y les contaba de mi inusual experiencia, sus rostros se entusiasmaban al saber que venía de otro lugar, ya que para ellos siempre fue el mismo.
Me insistían que les mostrase la entrada y los guiaba al principio, luego me di cuenta que las personas se dirigían solas a la cueva. Llevaban carros, ropas, víveres y otras pertenencias, pero nunca volvían.
Lentamente la ciudad había tomado un aire desolador y sombrío, no había niños, ni personas en el mercado, pocos habitantes quedaban en el lugar, hasta los perros se habían marchado. Un día me encontré con un amigo y me sugirió que pronto no iba a quedar nadie y que no tenía razón para estar en un lugar abandonado. él también se marchó esa noche.
Me quedé contemplando la luna una noche, la tibia brisa del verano cubría mi rostro, el aroma del océano me inundaba de dicha, pero la soledad se hacía insostenible.
Me propuse largarme al otro día, no sin antes llevarme las monedas que había juntado y que serían de mucha ayuda en la ciudad. Me dirigí entonces a la entrada de esta, me sumergí en las frías aguas , era pesada la carga pero aguantaba y echaba de menos el otro lado. Quería llegar pronto a saludar y contarles lo que había vivido. La sorpresa fue inmediata cuando pude lograr salir, las monedas se habían disuelto para convertirse en arena. Una rabia y una extrañeza me invadió de pronto, pero no importaba quería de todas maneras contarles lo que había vivido . Cuando ya estuve fuera de la cueva, un sonido estremecedor se sintió y esta comenzó a desmoronarse para luego cerrarse frente a mis ojos. Mis amigos seguían jugando a la pelota, como si nunca hubiese estado en otro lugar,como si nunca hubiese visto el mar, como si nunca hubiese existido. Sólo quedaba un testigo ahogado, un arbusto olvidado que yacía en el lugar.


Un sueño que tuve hace un par de noches y mi vuelta al Perdón de mis pecados.
(el autor)




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