Cuando la caravana logró cruzar el río,
el sol relampageó mil veces sobre la ardiente arena del desierto. Piedras de fuego, destrozaban
las sandalias del nazareno aquella tarde y la tenue brisa salvaje, corrupta e inefable. rompía el silencio de aquel lugar hinóspito.
Nubes de carbón se confundieron

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