bailarina de un cuento nocturno

La invité, a pesar de que nunca nos habíamos juntado. Esa era el día y esa fue la noche. Recuerdo que caminamos juntos a la luz de la luna, por las humedas calles de Santiago, la miraba de reojo, era algo tímida. Su mirada evitaba la mía y reflejaba el piso; ligera, tenue, delicada era ella. Al sentarnos a la mesa , la especialidad de la casa, no era un tema . El verdadero tema es que ella estaba allí, frente a mi. Un cigarrillo tras otro fueron los mudos testigos de aquel encuentro, que por supuesto dejó una huella definitiva en mi corazón. A ratos me hace recordar pedazos del joven Werther, cuando idealizaba, cuando todo era el paraíso o todo era el infierno. Cada dedo de su mano, cada centímetro de su bello cuerpo era en definitiva , una poesía, una melodía. Su mrada poco a poco conoció la mía y su respiración dilataba mi pecho a medida que las horas pasaban. Podría haber estado años dejando que el tiempo fuese eterno , sólo para verla, sólo para acariciarla. Una danza de colores y paisajes frente a mi y tú musa de ensueño eras la bailarina, tus manos se agitaban en el aire y tus ojos iluminaban la noche, tu boca una rosa cuyos petalos dejabas al danzar. Lejos me encontraba, bello me encontraba ya que tu musa de mis sueños eras el edén.
     Más el tiempo llama y nunca se detiene. Caminamos juntos aquella noche por entre las calles de Santiago, caminamos juntos al son de las notas de esa bella canción, una a una se repiten para hacer que bailarina siga aun en este corazón.

Dedicado al amor idealizado, aquel que nunca toca , sólo ama sin pedir nada a cambio.

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